sábado, 8 de septiembre de 2012


DISCURSO PRONUNCIADO POR JOAQUÍN BARANDA EN LA INAUGURACIÓN DE LA ESCUELA NORMAL DE PROFESORES DE LA CIUDAD DE MÉXICO EN 1887

La primera escuela normal fue la lancasteriana que de acuerdo con este sistema de enseñanza mutua se abrió en la segunda mitad de 1823, subsistió poco tiempo debido a la falta de estudiantes.

En 1824, por decreto expedido el 30 de diciembre, el congreso Constituyente de Oaxaca, dispuso el establecimiento de la Escuela Normal de Enseñanza Mutua. Al año siguiente se funda la de Zacatecas y en 1828 se abrió un plantel semejante en Guadalajara.

Hacia el año en 1870 la compañía lancasteriana empezó a decaer. Para esas fechas el país había fijado ya los grandes objetivos de la educación nacional contenidos en las leyes orgánicas de educación en 1867 y 1869. Surgía ya la nueva corriente de la pedagogía mexicana. Tal es el caso de la Escuela Modelo de Orizaba fundada por Enrique Laubscher, quien preconizaba los principios de la enseñanza objetiva; en 1895 se incorporó a esta obra el pedagogo suizo Enrique C. Rébsamen. Para él, la educación tenía como fin último la libertad y debía servir a los intereses nacionales.

Al intentar este repaso histórico, no se pretende desde luego, reiterar lecciones de historia de la educación sabidas por todo maestro. El interés reside en revisar a partir de esos años cómo van surgiendo algunas de las tesis que fundamentan el normalismo. Asimismo en valorar cómo estas ideas van perfilando un discurso y ciertas imágenes que habrán de prevalecer, durante un prolongado período, en la concepción del maestro y la forma como la sociedad percibe y valora la función docente.

La trayectoria de Enrique C. Rébsamen en la educación está estrechamente ligada con el impulso que hizo posible la fundación de las primeras escuelas normales, pensadas ya con la intención específica de preparar los cuadros para la enseñanza, a la vez que se les consideraba como los cuerpos colegiados capaces de sustentar y dictar la doctrina pedagógica y las bases científicas que normarían el desarrollo de la educación, principalmente en las instituciones públicas.

 

Estos propósitos son explícitos en las palabras de Rébsamen, para él, la educación resultaba indispensable en la consolidación de la unidad nacional, la cual no sería posible sin antes instruir al pueblo. Había que liberarlo mediante la instrucción para que existieran bases de lo que él preconizaba como la unidad intelectual y moral. Pero esta virtual redención de las masas por la vía de la educación requería de un extraordinario esfuerzo, dado el carácter incipiente del sistema educativo. Rébsamen, afirmaba convencido...

"El secreto está en la educación de las masas populares y el factor principal en las escuelas normales; pero, ¿qué entiendo por escuela normal?... ¿El plan de estudios para formar sabios, el edificio elegante y los gabinetes repletos de material escolar, las bibliotecas apretadas por gruesos volúmenes o el brillante profesorado desfilando majestuosamente como el cortejo de un rey? No, señores, nada de eso. Vais a oírme, ¡Escuchad!... Lo que caracteriza a la escuela normal es la aplicación teórico-práctica de la doctrina para formar hombres y para formar ciudadanos, y esta doctrina como tal, debe ser científica y debe ser práctica".

Sin duda, la notable obra de Rébsamen al fundar la Academia Normal con cursos de perfeccionamiento para profesores se constituyó en un importante semillero de eminentes maestros, a los cuales en buena medida se debe el antecedente del normalismo mexicano. Ellos fueron voceros y propagadores de este impulso pedagógico fundando instituciones semejantes, la Escuela Normal de Jalapa en 1885, la Escuela Normal de la Ciudad de México en 1887, en cuyo proyecto trabajó Ignacio M. Altamirano. Posteriormente surgen las Escuelas Normales de Ciudad Victoria, de Coahuila, de Querétaro, de Colima, donde desde 1885 funcionaba ya la Normal para señoritas; la de Guanajuato, Sonora, Morelia. Para el año de 1900, funcionaban en el país 45 escuelas normales. En 1901, el presidente Porfirio Díaz nombró a Rébsamen Director General de Enseñanza Normal.

 

Con estas líneas puede ubicarse ya el origen del Normalismo Mexicano. Su desarrollo está unido a la evolución del Sistema Educativo Mexicano, va conformándose de acuerdo a la política educativa de los gobiernos emanados de la Revolución.

Bases doctrinarias del normalismo

Por principio, se debe tener en cuenta que para Rébsamen, las escuelas normales tienen como misión fundamental la aplicación teórico-práctica de la doctrina para formar hombres y para formar ciudadanos, doctrina que debe ser científica y práctica. A la vez, resalta la importancia de la educación de las masas populares en tanto que abre cauces a la afirmación de ciudadanos libres. Se advierte la prevalencia de un pensamiento liberal que exalta la libertad como condición esencial del ejercicio de la ciudadanía.

En la ceremonia de inauguración de la Escuela Normal de Profesores de la Ciudad de México, el 24 de febrero de 1887, el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Joaquín Baranda, en profusa pieza oratoria, asentaba estas ideas:

"Al tratar de crear la escuela, surge en el acto necesidad de formar al maestro. Como al establecer el templo se piensa en el sacerdote: como el fundar la religión se cuenta con el apóstol; como para hacer la propaganda es indispensable el misionero; así para levantar los institutos de instrucción primaria a la altura de su objeto trascendental ha sido necesario pensar en el maestro de escuela, que es el sacerdote, el apóstol de la religión del saber, el misionero que derrama en terreno fértil y virgen las semillas del árbol de la ciencia a cuya única sombra pueden llegar las naciones a ser verdaderamente libres, grandes y felices. A este pensamiento responde la Escuela Normal".
Si bien como retórica este mensaje de acuerdo a la época, seguramente provocó un fuerte impacto en el ánimo de los presentes, tenemos que reconocer cuánto han pesado en la imagen social del maestro estas  palabras: sacerdote, apóstol, misionero, el responsable de ir a predicar y difundir por todos los ámbitos de la República el evangelio de la enseñanza científica. Caro ha sido el precio de este enaltecedor discurso. Visto así , el maestro se nos presenta en una imagen de negación absoluta de sí mismo. Todo para los demás: una mística que reclama un constante sacrificio, un ejercicio de profesión que no nos dice a qué tiene derecho el maestro, sólo plantea un deber heroico que omite cuál debe ser el sitio y el reconocimiento social para él.
En cuanto al papel de las escuelas normales, el ministro Baranda, precisa las funciones que han de cumplir.
"El hombre de Escuela Normal explica bien el objeto de tal Institución, sirve de norma y da la regla a que debe ajustarse la enseñanza, es la escuela matriz o central de la que se derivan las demás escuelas. En la Normal se forma y educa al maestro, perfeccionando sus conocimientos y aprende prácticamente a transmitirlos, haciendo en las escuelas anexas la clínica del profesorado. Enseñar a enseñar. Este es el programa de las escuelas normales... Formando y educando al maestro en la Normal, enaltecidos y recompensadas de sus arduas tareas; adoptando el mismo método, uniformados los textos, difundida bajo idénticas bases la instrucción primaria, ésta será el fundamento invulnerable de la libertad, de la democracia y de la independencia nacional".
En esta parte del discurso del ministro, encontramos fundamentos medulares del normalismo. La palabra y enseñanzas del maestro encierran un germen de libertad. El maestro enseña ciencia y no puede ser dogmático; él expone un conocimiento objetivo que puede ser discutido, confrontado, pero no impuesto, por el contrario, debe ser construido apoyándose en la razón, la experimentación y la comprobación. Por otra parte, la función de la escuela en su sentido de patrimonio del pueblo, está comprometida a fortalecer la democracia como una condición insalvable que garantiza la convivencia y la relación respetuosa de sus miembros. De no ser así, la esencia del acto educativo se desvirtúa; se convierte en mera instrucción si acaso, anulando toda posibilidad para que el alumno alcance la plena autonomía en su actividad intelectual.

 

 

Años más tarde, concluido el período de la lucha armada iniciada en 1910, en pleno proceso de conformación de la Secretaría de Educación Pública, Vasconcelos, con motivo de la celebración del día del Maestro, exhorta a los maestros en los términos siguientes:

"La Revolución es hija nuestra y les entrega una enorme responsabilidad... hoy que la Revolución de verdad ha triunfado, hoy que la justicia y el bien común empiezan a abrirse paso, la nación vuelve los ojos a los maestros para que consoliden la obra tan dura costa realizada, para pedirles que aseguren su porvenir lisonjero[J1] ".

De este mensaje podemos derivar otro elemento de doctrina para el normalismo: la acción de los maestros es factor decisivo en la instauración de la justicia y el bienestar común como bienes que han de surgir de la escuela. El cumplimiento de esta grave responsabilidad reclama, de acuerdo al discurso de Vasconcelos, la afiliación de los maestros a una cruzada de redención social, en sus propias palabras: "de un ejército desgarrado, pero que lleva en el pecho un fulgor como de hazaña heroica; eso parecéis cuando se os contempla, maltratados por la vida, pobres de aspecto, pero con no se qué firmeza que quizás viene de que vuestras obras son modestas pero firmes, pequeñas pero santas.."

Al respecto, Samuel Salinas Álvarez y Carlos Ímaz en su obra de Maestros y Estado, comentan:

"Maestro mártir, maestro apóstol, maestro santo, maestro soldado de la cultura, maestro redentor del alma del hombre, miserable maestro mal vestido, pero engalanado del alma".

En realidad, la idealización del maestro a la que alude Vasconcelos, tiene identificación con la tradición del misionero educador. El mismo lo explica al referirse a la integración de las misiones culturales "...no teniendo otro material de que echar mano, pensamos que lo mejor era combinar el personal y a falta de un maestro completo como el fraile... nosotros empezamos a mandar grupos de maestros; uno de artesanías... otro que fue artista... y otro más para que incitase a la acción social y a la colaboración en la obra patriótica; otro finalmente, para las primeras letras y las matemáticas. Y nació así el misionero de tipo moderno, por lo común un maestro normalista que hacía de jefe del grupo de educadores y convivía con los indios, ayudándolos a levantar la escuela con los recursos locales, y enseñando los rudimentos de la pedagogía a jóvenes de cada localidad que enseguida quedaban encargados de la incipiente enseñanza..."

En su momento, el cardenismo descargaría en los maestros, una nueva función, la cual a su vez, marca otra fundamentación del normalismo. Les correspondía a los maestros desempeñarse como los gentes de la transformación social. Serían ellos los promotores de múltiples tareas: llevar a la comunidad la luz del alfabeto, acercar a los pueblos los elementos básicos de la salud, del saneamiento, la electrificación, la apertura de brechas y caminos para romper el aislamiento de las comunidades, propalar la doctrina socialista; promover la organización de los campesinos para reivindicaciones agrarias; litigar la justicia; activar la economía de los grupos marginales; en suma, ser ejecutores y promotores de la nueva política de masas.

Se trataba de maestros rurales de nuevo cuño. Tal vez en ningún otro momento histórico como en esos años los maestros estuvieron más ligados con el pueblo. Emotivamente vinculados con sus causas. Conscientes de un compromiso social hicieron de la educación una poderosa fuerza de orientación y transformación. Imbuidos de esa convicción enfrentaron hasta el martirio la persecución reaccionaria. Ellos sentaron las bases para un nuevo perfil de la nación.

Los años posteriores nos presentan un debilitamiento de esta fuerza transformadora. Los proyectos de Unidad Nacional, llevaron a otros cauces este vigoroso impulso. Reformas más, reformas menos se han sucedido en la orientación de la educación normal. Sin embargo, justo es reconocer que el fervor cívico y la convicción para servir al pueblo, que otrora perfilaron la recia personalidad del liderazgo social de los maestros, se nos van difuminando. El destino a las comunidades rurales es rehuido por las nuevas generaciones; las escuelas normales rurales, en más de un caso, se convierten en puntos neurálgicos. Los complejos problemas de las grandes concentraciones urbanas hacen sumamente difícil la acción social de los maestros.

Sin embargo, habremos de reconocer la imprescindible presencia y participación de los maestros en todo proyecto de transformación social. Ciertamente el ejercicio docente requiere una renovada fortaleza en sus principios; pero también la sociedad debe ejercitar una justa revaloración de la función y la imagen del maestro, apartándose de concepciones mesiánicas, que lamentablemente prevalecieron durante décadas en el discurso y en los hechos para valorar al maestro.

 

 

 


 [J1]persona que alaba hipócrita e interesadamente a otra para conseguir un favor o para ganar su voluntad.
 

8 comentarios:

  1. EL normalismo mexicano desde sus orígenes, ha demostrado su interés en la libertad, la consolidación de la unidad nacional y en la transformación social del país; de acuerdo con los ideales de Enrique C. Rébsamen, esto no es posible lograr sin antes instruir al pueblo. Y según estas palabras, las escuelas normales y los maestros que se forman en ellas deben de tener la visión de dotar a la nación de una educación para la vida, que sirva de base para consolidar el amor a la patria y la felicidad de la sociedad. Al hablar de la labor del docente mexicano, desde los tiempos de la Revolución ha tenido el compromiso de asegurar el porvenir del país, a partir de su merito cargo, que es la educación de la nación; reforzando las ideas de democracia, justicia, unidad social y el pensamiento de sembrar las semillas del conocimiento en la niñez mexicana, para que en un futuro éstos puedan dirigir su existencia sin miedo. Es por ello que nosotros como ciudadanos debemos reconocer la presencia y participación de los maestros y maestras por su valiosa función social.

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  2. Gracias a la apertura de la escuela normal y a los grandes pedagogos y maestros de la educación que han participado en este largo proceso de conformación y constante renovación, hoy esta institución se conforma y se consolida como una de las más importantes de la república mexicana. Debido a la forma en que trabaja, es decir con una aplicación teórica que después es llevado a la práctica, formando ciudadanos de carácter y pensamiento científico y practico. Sin embargo los objetivos que en un principio se establecieron son los mismo que en la actualidad se persiguen, claro ejemplo es consolidación nacional, es decir formar a todos con una unidad intelectual y moral competente. Tambien se han perdido grandes cosas que presentan la imagen del maestro, hoy el maestro ya no es respetado, ya no es amado, mucho menos admirado.
    Conclusión: hay que perseguir nobles ideales, que nos permitirán formarnos como buenos docentes.
    En memoria de:
    Enrique Laubscher, Enrique C. Rébsamen Ignacio M. Altamirano

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  3. Gracias al trabajo de Enrique C. Rébsamen las escuelas normales han sido y las siguen siendo una de las mejores escuelas del país, ya que desde la creación de ellas se preconizaba los principios de la enseñanza objetiva. La trayectoria de Enrique C. Rébsamen en la educación está estrechamente ligada con el impulso que hizo posible la fundación de las primeras escuelas normales, pensadas ya con la intención específica de preparar los cuadros para la enseñanza, a la vez que se les consideraba como los cuerpos colegiados capaces de sustentar y dictar la doctrina pedagógica y las bases científicas que normarían el desarrollo de la educación.
    El nombre de la escuela Normal nos explica bien la misión, ya que nos sirve de norma y da regla a la cual debemos ajustar nuestra enseñanza donde ella debe ser teoría – practica, debido a que asi se forma y educa al futuro maestro, perfeccionando sus conocimientos y aprende de manera práctica a transmitirlos.
    Más tarde Vasconcelos exhorta a los maestros a trabajar con todas las ganas del mundo ya que de nosotros esta el futuro de nuestro México y el porvenir de ello solo se pueden lograr con una educación de calidad, pero lo principal es formándonos con valores ya que en la actualidad se han perdido y ahora es el momento de renacerlos.
    Realmente debemos estar muy agradecidos con estas grandes personas ya que gracias a ellas hoy podemos decir que es un orgullo ser normalista y un orgullo ser maestro; es nuestras manos esta lograr el objetivo de Enrique C. Rébsamen.

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  4. Considero que este escrito nos hace reflexionar acerca de lo que significa ser maestro, de lo que espera la sociedad mexicana de todo docente, a quien se le ha adjudicado el papel de educar al pueblo entero, capaz de soportar cualquier sacrificio en nombre de la educación y a pesar de todo ello no se valora su importante labor, en muchas ocasiones siendo mal juzgado y su trabajo menospreciado.
    Nos da una pauta para revalorizar el trabajo del maestro y enaltecer sus grandes esfuerzos y obras.

    También nos hace sentirnos orgullosos por pertenecer a una Escuela Normal, que implica ser parte del cambio; todo esto gracias a Enrique C. Rébsamen, un hombre de ideales, que dio origen a la Academia Normal, que no vio a la escuela normal como el lugar en el cual se transmiten conocimientos, sino como el espacio en el que se les da oportunidad a los alumnos de aprender libremente y desarrollar su pensamiento crítico, cuyo principal distintivo era vincular la teoría con la práctica, hecho que hasta el día de hoy prevalece.

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  5. conocer y reconocer el arduo trabajo que realizaron grandes personajes cono Enrique Rébsamen para la creacion de las escuelas normales, es de suma importancia ya que podemos identificar cuales eran sus principales objetivos y con esto seguir trabajandolos para que las escuelas normales sigan funcionando y teniendo un gran prestigio.
    me atrevo a decir que gracias a estos personajes, hoy por hoy las escuelas Normales formas a maestros con las caracteristicas que la sociedad demande debido a las necesidades que se van sucitando, ser maestro no es tarea facil, require de amor por la carrera, tiempo y compromiso, ya que como sabemos para que exista un buen doctor, ingeniero o arquirecto, debe existir un bue profesor pues es con el principal y mas comun profesionista con el que se encuentra a lo largo de su profesion, es por ello que la Normal, no solo se enfoca a los aspectos teoricos, si no que conjugan esto con lo practico, cosa que hasta nuestros dias se da, pues con esto nos brindan la oprtunidad a los estudiantes de conocer y adentrarnos mas a lo que es la docencia, adquiriendo las herramientas necesarias para ejercer bien en traajo.
    como mujer puedo decir que agradezco que en algunos estados se ropiera con el tabu de que solo los hombres podian ser maestros, pues con esto es posibe que hoy por hoy las aulas de las escuelas primarias y de las mismas normales tengan entre sus filas a personas del sexo femenino.
    puedo decir que me siento orgullosa de formar parte de la familia Normalista y que sobre todo de estarme formando como maestra.

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  6. Las escuelas normales han sido las forjadoras de maestros a través de una instrucción que trasciende desde hace más de un siglo, gracias a las aportaciones de las corrientes pedagógicas y reformas educativas del gran pedagogo Enrique Rébsamen tomando en cuenta también las constantes renovaciones hasta llegar a las escuelas normales del día de hoy, también se menciona una de las principales características que identifica a las escuelas normales me refiero a la aplicación teórico-práctica de la doctrina para formar hombres y para formar ciudadanos, hasta hoy en día se continua formando a los futuros docentes a través de esta característica, tal vez esto no ha cambiado tanto en su forma sin embargo si en sus actores, al decir esto me refiero a los maestros que la escuela normal instruye en estos tiempos, la visión de esta profesión ante la sociedad ha cambiado a lo largo del tiempo, saber ser maestro es una de las cualidades que nos menciona Baranda, que a través de comparaciones con sacerdotes, discípulos y misioneros debemos de tener esa responsabilidad y saber que es el sacrificio por esta profesión de compromiso.

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  7. Hablar del papel del profesor en el momento presente no deja de ser una aventura y un reto. Es fácil darse que cuenta que la opinión que tiene la sociedad en función de la importancia del papel docente ha decaído enormemente, llevando por consecuente a la desvaloración del mismo.
    Enrique C. Rébsamen son hace reflexionar acerca del verdadero papel que tiene un profesor en la formación de cada uno de sus alumnos. Nos deja ver que un verdadero educador lleva a que sus alumnos adopten una manera libre de aprender nuevos conocimientos, entrelazando lo teórico con lo práctico, aspecto que nos sirve a nosotros como futuros docentes ya que nos permite adquirir sustentos para lograr ejercer un trabajo adecuado en un aula escolar, con la firme intención de transformar a la sociedad en una unidad nacional basada en la equidad, justicia y respeto.
    ante esto no que más que sentirse orgullosos de formar parte de una escuela Normal, donde tenemos la oportunidad de formarnos bajo las características que definen a un maestro con calidad y a partir de ello suprimir las ideas negativas que se tienen acerca de la escuela, la educación, pero sobre todo del profesor.

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  8. Trata sobre el papel fundamental que ha tenido el profesor, ser educador es una tarea difícil que hacer pero que trae buenas actitudes que desempeñan cada uno de ellos que tanto los maestros y los alumnos aprenden mutuamente trazándose en su trayecto de vida a lo largo de cada día al interactuar o convivir entre ellos.

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