CREACIÓN DEL DEPARTAMENTO DE CULTURA INDÍGENA A RAÍZ DE LA REVOLUCIÓN
MEXICANA
CLAUDE FELL
El 4 de enero
de 1922, los diputados del Partido Liberal Constitucionalista, dirigidos por
José Siurob y Juan B. Salazar, vuelven a la carga, y proponen esta vez la
creación de un departamento de educación y cultura indígena. Las razones
invocadas por Juan B. Salazar, quien presenta el proyecto, hablan de la
regeneración de los cinco millones y
medio de indígenas que forman parte de la población mexicana. No se trata
simplemente de alfabetizar al indio, sino de enseñarle a vivir y a no sentirse
ya la eterna bestia de carga de la sociedad mexicana. Salazar pide que primero
se le enseñe a vivir y luego se le dé el libro y, en medida de lo posible, en
tanto se le enseña a cultivar la tierra, también hay que enseñarle a leer y
escribir. Considera que ya habido suficientes discusiones teóricas y
entusiasmos revolucionarios, y que es hora de ir a la práctica. La creación del
nuevo departamento es aprobada por unanimidad.
José
Vasconcelos acepta esta medida sin gran entusiasmo, ya que piensa que rompe la
armonía de su sistema y puede retardar la integración del indio. En marzo de
1922, Vasconcelos comenta prolijamente los objetivos propios de cada
departamento de la SEP y no pierde la oportunidad de subrayar que el
Departamento de Cultura Indígena (como el de la lucha contra el analfabetismo)
sólo tiene una existencia provisional y desaparecerá automáticamente el día que
los indios estén en condiciones de asistir a las escuelas ordinarias que
funcionarán en todo el país. Para el ministro esta afirmación aparente de la
autonomía de la cultura indígena es francamente intempestiva. La única entidad
posible en ese terreno es una cultura nacional, idéntica para todos y accesible
para todos.
Sin embargo,
José Vasconcelos cada vez se va interesando más por la acción del Departamento
de Cultura Indígena. En 1923, en colaboración con Enrique Corona, prepara una
serie de textos sumamente importantes, que muestran que ha comprendido a la vez
la gravedad y la complejidad del problema indígena. La larga gira a caballo que
efectúa en abril de 1923 por el estado de Puebla acaba de convencerle. A raíz
de tal viaje, el Departamento de Cultura Indígena publica un Programa de Redención Indígena cuyos
objetivos son:
1. Proporcionar a
los indios tierras que puedan cultivar y donde puedan vivir.
2. Hacer salubre
el medio físico en que vivan.
3. Ponerlos en
contacto con los centros urbanos mediante la construcción de caminos.
4. Proteger su
trabajo mediante leyes especiales.
5. Mejorar sus
productos agrícolas e industriales, inculcándoles técnicas más modernas.
6. Proporcionar
gratuitamente a las comunidades indígenas aperos, semillas, plantas y ganado.
7. Civilizarlas
por medio de instituciones educativas apropiadas.
8. Facilitar su
integración jurídica estableciendo registros civiles.
9. Crear en las
comunidades centros recreativos, artísticos y de acción humanitaria.
10. Darles como
divisas: tierras, escuela, acción cívica y cultura.